Claves que te guían a la gran sorpresa--1 Corintios 15. 3-4






1 Cor 15:3-4 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras
¿Te acuerdas lo emocionante que era la Navidad para ti cuando eras pequeño?

El papá de Aldo lo ayudó a elegir un regalito para su mamá. Aldo envolvió el regalo. Las numerosas arrugas en los dobleces del papel hacían más hermoso el regalo. El regalo especial no había estado debajo del arbolito más de media hora cuando la mamá dijo:
— ¡Qué lindo! ¿Para quién será este maravilloso regalo?
Aldo estaba demasiado excitado para poder contenerse:
—Mami, ¡es para ti! ¡Y es una agarradera floreada, como a ti te gusta!
Una sorpresa no es una sorpresa si alguien te la cuenta antes de tiempo. Pero a veces una sorpresa es demasiado maravillosa para guardarla.
De hecho, a Dios le costó trabajo guardar su secreto cuando planeaba enviar a Cristo a la Tierra para morir por nosotros y luego resucitar. Era un secreto que Dios había guardado por mucho tiempo. Su plan de salvar al mundo por medio de Jesús era más antiguo que el planeta Tierra. El apóstol Pablo escribió: "Asimismo, nos escogió en él [Jesús] desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él" (Efesios 1:4).

Dios irradiaba su entusiasmo en cuanto a su plan y la nueva vida que recibiríamos por medio de él. Por eso, siglos antes de nacer Jesús, Dios no se contuvo más. Sencillamente tenía que empezar a hablar de su sorpresa. El Antiguo Testamento contiene cientos de profecías acerca de Cristo. Estas afirmaciones detalladas fueron dichas cientos de años antes de su nacimiento. Jesús:

• nacería a la familia de David (ver 2 Samuel 7:12).

• nacería en Belén (ver Miqueas 5:2).

• realizaría milagros (ver Isaías 35:5, 6).

• sería rechazado por su pueblo (ver Isaías 53:3).

• sería traicionado por un amigo (ver Salmo 41:9).

• Sus manos y sus pies serían traspasados (ver Salmo 22:16).

• sufriría y moriría por nuestros pecados (ver Isaías 53:5).

• resucitaría (ver Job 19:25; Salmo 16:10).

• ascendería al cielo (ver Salmo 68:18).

Dios tenía una sorpresa que no podía guardarse, un plan para acercarte a él ahora y para siempre. Era una buena noticia que no podía mantener en secreto. Es una buena noticia para ti.



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